Es un nuevo día. Te despiertas como de costumbre, la alarma sigue sonando y es bastante molesta. Piensas que aun quisieras dormir un rato más pero no tienes tiempo. Evitas colocar primero el pie izquierdo, te levantas y aun sientes el aturdimiento.
Vas al baño mientras bostezas, enciendes la luz y te encandila. Lavas tu rostro y comienzas a cepillarte mientras aprovechas la sinergia para orinar. Después de todo el tiempo para orinar es tan corto, no alcanzarías a revisar tu móvil.
Has terminado, vas a la cocina y te preparas alguna bebida caliente para despertar por completo. Tu día ha comenzado y hay mucho por hacer.
¿Te identificas con este relato?
Si la respuesta es «Si» entonces felicidades eres parte de la sociedad de los autómatas. Pero, antes de abordar el problema, veamos el lado positivo de automatizar nuestros hábitos. Aldara Martitegui menciona lo siguiente en un artículo en el portal NIUS.
Tu cuerpo, solo, dirigido por el piloto automático, se acerca a la ducha, abre el grifo y se quita el pijama mientras espera a que el agua esté a la temperatura adecuada. Todo esto lo haces sin razonar. De modo que, gracias a esa capacidad de automatizar, el cerebro ha ahorrado mucha energía.
Aldara Martitegui
Entonces, la automatización es una herramienta que nos permite ahorrar esfuerzo con tareas repetitivas durante nuestra vida cotidiana. Afectando así de manera positiva nuestra salud física y mental mediante rutinas que nos permiten desarrollarnos de forma eficiente y organizada a lo largo de nuestra vida. Lo cual trae consigo sus beneficios.
Automatizar procesos es algo que incluso vemos en la producción industrial la cual busca «disminuir la intervención humana en tareas repetitivas como la fabricación, la robótica, entre otros» menciona Red Hat en su artículo. Es por esta razón que la búsqueda por ahorrar tiempo y energía es de gran interés para la sociedad.
En resumen el piloto automático nos permite tener una mejor gestión de nuestra energía. Sin embargo, todo en exceso es malo “Hay una medida en las cosas, hay unos límites precisos / más allá o más acá de los cuales no puede mantenerse lo correcto”.
Est modus in rebus, sunt certi denique fines / Quos ultra citraque nequit consistere rectum.
Horacio (65-8 a.C)
Es aquí cuando la sociedad se enfrenta al peligro de vivir en modo automático, cuando sobrepasamos los límites y caemos en el limbo de la inexistencia. Es una transformación lenta pero constante, en el que pasamos de esperar cada 15 y último para comprar aquello que deseamos o necesitamos al estado de ir a comprar y no saber qué, esperando comprar algo porque tenemos dinero en el bolsillo.
Incluso estando fuera de casa solo ansiamos regresar; nuestro paso se acelera sin notarlo, nos molesta cuando las personas caminan lento o se atraviesan en nuestro camino, vivimos anhelado el futuro o recordando como fue en el pasado, nos afecta todo lo que escapa de nuestro control, los problemas de otras personas nos dejan de importar y solo al llegar a casa nos sentimos mejor.
¿Puedes recordar lo que ocurrió en el camino?
Cuando cruzaste las calles, la repentina brisa acariciando tu rostro, las personas que amablemente te cedieron el paso, el atardecer naranja reflejándose en las nubes blancas o quizás la lluvia fresca calmando el día caluroso. Lo más probable es que no, porque en el camino solo podías pensar en lo que alguien del trabajo hizo mal o cómo sería si en el futuro tuvieras equis cosa.
Constantemente nos olvidamos que nuestra vida es aquí y ahora. El pasado no se puede cambiar y el futuro es incierto, lo único seguro es que el ciclo de la vida llegará a su fin. No esperes a que se acerque el final para comenzar a hacer las cosas de manera diferente, no esperes a que sea demasiado tarde. Si tienes miedo a cambiar algo en tu vida es la prueba que necesitas para saber que algo definitivamente necesita transformarse.
A continuación, te dejo 5 prácticas que utilizo para trabajar la consciencia presente y que puedes incorporar en tu rutina diaria.
- Es importante identificar cuándo estamos absortos en alguna tarea o acción. Esto te ayudará a tomar presencia en lo que haces y hacer de tu vida un proceso más consciente.
- Comienza a trabajar tu paciencia cambiando el resultado que esperas. Por ejemplo, cuando estes esperando para cruzar la calle no aguardes ansiosamente la oportunidad para cruzar y continuar tu camino, sino permite que sea el momento ideal para hacerlo.
- Si estás en casa permítete experimentar el tiempo que inviertes en tus acciones. Por ejemplo, si estás regando las plantas del jardín trata de enfocarte en observar lo que haces y que tu conversación interna sea relacionada a lo que haces en el momento.
- Al momento de cepillarte (si eres diestro o zurdo) utiliza la mano contraria. Así no solo trabajaras el hemisferio contrario del cerebro sino también, te permitirá mejorar la concentración en lo que haces.
- Cuando estes en la calle toma el tiempo necesario para observar a quienes te rodean, los locales, árboles, autos, etc. Practica identificar tu entorno, descubrirás muchas cosas nuevas e interesantes.
Estas son algunas formas sencillas pero efectivas de vivir más conscientemente y disfrutar del aquí y ahora.
Imagina que estamos pagando por esta experiencia que llamamos vida, esta realidad que conocemos es la única verdad que poseemos. Haz que tu inversión valga la pena. No sabemos cuál fue el precio, pero si sabemos cuál será el resultado. Valora tu tiempo y actúa en consecuencia.
La conciencia es el más sagrado de todos los bienes.
Sófocles.
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